Del Centenario a los chilennials
Matko Koljatic Profesor Titular Escuela de Administración PUC
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Matko Koljatic
Los libros de historia económica tienden a ser áridos. No es el caso del recientemente publicado por Ediciones UC, “Del Centenario a los Chilennials”, de los investigadores del Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales (CLAPES), Pedro Dosque y José Tomás Valente. Además de ser entretenido, este libro entrega información crucial para entender el pasado, apreciar el presente y escudriñar el futuro de nuestro país.
El subtítulo explica bien de qué se trata este acucioso trabajo: “100 años de transformaciones y 25 tendencias que cambiaron Chile”, en que contestan preguntas tales como: ¿cuánto ha cambiado Chile entre el Centenario y el Bicentenario? ¿Cuáles han sido nuestros logros? ¿Fueron consecuencia del crecimiento económico o el resultado de mejores políticas públicas? Y más aún, ¿cuáles son nuestros desafíos pendientes de cara a un futuro Tricentenario?
Lo interesante es que Dosque y Valente no sólo se apoyan en series estadísticas. Con el correr de las páginas van describiendo cómo diversas iniciativas fueron cambiando al país para bien. Así, detallan el camino del progreso, mostrando cómo la iniciativa privada y la gubernamental se han conjugado para que Chile alcanzara el mejor lugar entre los países latinoamericanos en el índice del PNUD, entre otros.
La conclusión a la que se llega es que en tres generaciones -la de los abuelos de los autores, que nacieron y se criaron en los albores del siglo XX, hasta la generación actual (de los “millennials” chilenos)- el país ha cambiado y para mejor.
Para apreciar el cambio basta revisitar, en palabras de Dosque y Valente, cómo era el país en el Centenario: “la mitad de los chilenos vivía y trabajaba en el campo, gran parte de ellos no sabía leer y escribir y el acceso a los servicios básicos, como el alcantarillado y agua potable, era muy limitado, tanto en la ciudad como en las zonas rurales. Las mujeres no podían votar, tenían un restringido acceso a la educación y solo un 22% trabajaba remuneradamente. En cuanto a los niños, uno de cada cuatro moría antes de cumplir un año, mientras que la esperanza de vida era de apenas 31 años y 6 meses. Ese era el Chile en el que vivían nuestros abuelos y bisabuelos”.
Desde esa época el cambio ha sido exponencial, lento inicialmente y acelerado más recientemente. Un dato anecdótico, pero decidor, que cuando la exPresidenta Michelle Bachelet nació, las mujeres chilenas todavía no habían podido votar en ninguna elección presidencial.
Como dicen los autores, ello nos invita “a repasar, en base a evidencia, de dónde venimos, para así apreciar mejor dónde estamos”, y a preguntarnos, ¿qué país les heredaremos a nuestros nietos? ¿Cómo será el Chile del Tricentenario?
El desafío es grande, pero después de leer estas páginas, “quedé con la convicción y esperanza de que un mayor progreso es posible”, como dice la cita de Hans Rosling con que Dosque y Valente terminan su obra.